miércoles, 25 de marzo de 2009

hmm.. un simple relato sin título.

Parecióme que todo lo que antes veía a mi alrededor se tornaba de un color entre grisáceo y blanquinoso. No era capaz de sentir nada, excepto un agónico dolor que me incitaba a querer morir. Aunque pueda que me sintiera solo, pobre, destrozado, aislado del mundo y huérfano de vida. Noté de pronto un cálido contacto a mi fría y sudada mano, sabía que era ella.
El no oír ni ver iba consumiendo la poca cordura que me quedaba haciéndome parecer un demente sin medicación encerrado en un manicomio y atado con una camisa de fuerza sin poder respirar con facilidad.
Sin saber apenas ni como lo hice, logré pensar en una borrosa imagen que me vino a la cabeza. Era una hermosa mujer de pelo castaño y cristalinos ojos verdes como grandes bosques en los que perderse para no volver a encontrar la salida.
Un sentimiento de esperanza mezclada con amor y pasión me recorrieron todo el cuerpo haciendo que mi frágil alma recuperase la energía perdida y las ganas de luchar. Pero al sentir que ella me dejaba el dolor me volvió a poseer y se transformó en el dueño de mi maltratado cuerpo.
Finalmente, el aire dejó de llegar a mis pulmones y todo en cuanto podía notar desapareció. Ahora era todo negro. Ahora todo era nada. Cualquier cosa que quisiera querer no podía quererla. Todo era el fin. El fin de un perfecto pasado, horrible presente, y un inexistente futuro.
A medida que el tiempo avanzaba, creí poder a volver sentir, aunque de un extraño modo. Sin darme cuenta de lo que pasaba volví a “nacer”, aunque de una forma distinta. No tenía cuerpo físico, propiamente dicho. Pero mis pensamientos, mis ideas, todo lo que me podía considerar “yo” estaba recubierto por una curiosa niebla blanca parecida a mi cuerpo en vida.
Muy lentamente, a través del tiempo, empecé a comprender todo lo que necesitaba saber sobre mi nueva “vida”. Aprendí a moverme, y un día llegó a mis pensamientos una vieja leyenda sobre algo denominado fantasma con un gran parecido a lo que yo me había transformado.
Día y noche pensaba en ella, mi chica, mi mujer. ¿Qué sería de esas perfectas esmeraldas que tanto ansiaba volver a poseer? Decidí buscarlas.
Pasaron días y noches, semanas, tal vez incluso meses. Pero recuerdo ese día como el día en que a pesar de no notarlo, supe que tenía corazón.
Vi de lejos una castaña cabellera, la cual instantáneamente supe reconocer. Me acerqué rápidamente hasta llegar donde ella estaba y me situé justo delante suyo, perdiéndome en sus brillantes esmeraldas y sus labios de rubís.
Al volver a ver su sonrisa supe que aúnque estaba muerto podía seguir amando. Me di cuenta que al ver su sonrisa una idéntica a la suya se posó en mi rostro. Pero enseguida me di cuenta de que la situación era totalmente distinta a la que me imaginaba.
Su mano salió disparada y empezó a dar pequeñas sacudidas junto a una risa tonta que conocía perfectamente. Me di la vuelta para ver qué era lo que pasaba, y en ese momento, mi frágil alma se quedó helada. Un hombre robusto junto a dos niñas pequeñas se acercaron a mi chica. El hombre la besó, las niñas la abrazaron. Supe que sobraba en ese lugar, pero no pude moverme. Sé que si hubiera continuado siendo humano mares de lágrimas rodarían por mi mejilla, pero no lo era, y nada de lo que hubiera podido pasar pasó.
Horas más tarde, cuando finalmente terminé de asimilarlo todo, la ira recorrió mi ¿Mis venas? ¿Cuerpo? Simplemente, dejé que me dominaran la ira y los celos, y llevé a cabo algo que jamás hubiera podido imaginar. El egoísmo y el orgullo lograron quedarse con la única parte de mí que aún era capaz de pensar. Y si ella no podía ser mía, tampoco podría ser de otro. No ahora, y tampoco jamás.

miércoles, 11 de marzo de 2009

10.3.09

- Hola.- Te dije mientras girabas lentamente la cabeza para poder ver quien había entrado en la habitación. No respondiste.- Sé que no te acuerdas de mí, no pasa nada. Soy tu marido.

-¿Yo… tengo marido?- lograste preguntar tras varios intentos.

- Sí. Soy yo. He llegado un poco tarde, lo siento. Si quieres podemos comer juntos. Hoy es una fecha especial…

- Sí. –contestaste, creo que sin entender todo lo que yo dije.

- Vengo todos los días. ¿Recuerdas algo?- pregunté esperanzado, como cada día.

- No… - dijiste volviendo a clavar tu mirada en la mía, recordándome a una situación parecida de hacía ya demasiado tiempo. Sí, eran los mismos ojos que tantas veces había mirado y tantas veces me habían enamorado, solo que con más peso, con más edad.

- Hoy es nuestro aniversario. Hace ya cincuenta años que estamos casados. Cincuenta maravillosos años…- Te expliqué con emoción, aunque sabía que pronto lo ibas a olvidar.- He traído fotos. Si quieres podemos verlas.

- Sí.- dijiste con confusión, y yo decidí no turbarte más. Solo deseaba decirte una cosa. Me daba igual que temprano o tarde lo olvidases.

- Puede que tú ya no me conozcas, pero quiero que sepas que yo aún sé muy bien quien eres. Te quiero.





--------
representa que tiene alzheimer.. :)
un besiiito.
ThirstyGirl.